Por Aura Pérez Escalante (*)
En este artículo, se tocará el tema de la AUTOMEDICACIÓN, que es una práctica bien latinoamericana, es sin duda decidir que medicamentos tomar, cuándo y cómo. Esta mala práctica abarca a toda la población, pero, dentro de un grupo social, siempre se encuentra quien es el que sugiere el tratamiento a seguir. Puede ser, orientado con las costumbres ancestrales, el chamán, la abuela, la tía o una vecina que sabe mucho.
En este mismo orden de ideas, las prácticas de Automedicación incluyen, los tratamientos alopáticos o tradicionales. Que hacen referencia a los indicados o prescritos por un médico, hasta los tratamientos de la medicina popular, que abarcan los bebedizos, los tés de plantas, entre otros. La automedicación en ninguno de los casos citados es una buena práctica.
Automedicación con los tratamientos alopáticos
Lo más importante cuando las personas se automedican o medican a terceros, en el caso de los padres a sus hijos; o de los hijos, ya adultos, a sus padres adultos mayores. Se debe analizar y hacerse unas preguntas primordiales: ¿el tratamiento indicado por el médico a mi familiar fue hace mucho tiempo?: ¿cuánto pesaba?, ¿cuál era tu talla?, ¿cuál era su enfermedad o infección? ¿Podré administrar la misma dosis? Y la única respuesta para todas las preguntas es NO.
El único profesional que posee las competencias y está legalmente autorizado para prescribir medicamentos son los médicos. Por lo tanto aquellas personas que arbitrariamente indiquen tratamientos están rompiendo la ley, y además, pueden causarle un daño a su familiar, o un riesgo a la salud de esa persona. Por otro lado, pueden estar causando resistencia a la infección que presente el familiar, administrándole un tratamiento no indicado para su enfermedad o infección actual.
Automedicación con los tratamientos de la medicina popular
Cabe destacar, que en la administración de tratamientos indicados por los saberes populares, también se corre un riesgo, se debe conocer la planta, rama y los concentrados para cada grupo de personas de acuerdo a la edad. Si bien es cierto que las plantas pueden ayudar en muchos casos, se debe conocer la combinación en que las mismas deben ser tomadas.
Un ejemplo clásico, es la administración de tés en lactantes, en donde la concentración del líquido generado a partir de cualquier planta, para administrarla en un niño, no puede tener la misma concentración (cantidad de la planta relacionado por la cantidad de agua del te), que la preparada para tomarla un adulto de 40 años y además obeso. Es por ello que si el tratamiento de la medicina popular es preparado por alguien que desconoce este punto básico, puede hasta intoxicar al lactante.
Otro ejemplo, se relaciona al uso de plantas para baños y tomas, en las enfermedades eruptivas de la infancia, donde no se cuida las concentraciones de la planta en el agua, y puede ocasionar diarreas, vómitos, como mínimos efectos secundarios, hasta una reacción alérgica. No se debe bajo ningún caso practicar la automedicación, incluye el uso de tratamiento indicado por el médico en un caso específico y enfermedad particular, en cualquier momento y por un malestar generalizado.